El 05 de agosto de 1888 nace en Le Mans(Francia),la Precursora de la Aeronáutica Argentina Enriqueta Fruchard de Jarfelt, nacionalizada argentina, primera paracaidista y aviadora de latinoamérica.
Acompañada de una hermana suya, Enriqueta Fruchard llegó a nuestro país a mediados del año 1911 procedente de Le Mans (Francia) dónde había nacido el 5 de agosto de 1888. Al poco tiempo consiguió emplearse en la casa Gath y Chaves.
La aviación no era desconocida para Enriqueta Fruchard, pues ella solía decir en su no buen castellano:
"La primera vez que yo vi volar un avión fue en Reims. Allí fué dónde vi volar a Lathan en su elegante "Antoinette", a Paulhan, en su "Voisin" y a Mme. Larroché, también en su "Voisin". La segunda vez que me encontré en un campo de aviación fue en Villa Lugano, en el año 1912. Allí volaba Castaibert en monoplano motor Anzani 25-30 HP; también volaba Paillette en biplano "Sommer" 50 Hp".
Un día en que Castaibert había terminado de armar el monoplano de su construcción, decidió probarlo en vuelo. Pero era necesario llevar un pasajero a fin de constatar sí, con un peso adicional además del piloto, podía el aparato con doble carga elevarse normalmente. De los circunstantes, nadie se ofreció a acompañarlo. Pero el destino o la coincidencia tiene cosas extraordinarias: Enriqueta presente allí, dijo entonces al aviador:
" Vamos nosotros, monsieur Castaibert, yo lo acompaño; como usted puede ver, soy livianita y no tengo miedo de volar con Usted".
Y así, de improviso, por pura obra de la casualidad, Enriqueta Fruchard voló por primera vez en nuestro país. Fundada la Escuela de Aviación Militar, Enriqueta tuvo ocasión de volar en Farman con el Ingeniero Mascias y con Paillette; también lo hizo con el teniente Origone. Conoció a Jorge Newbery quién la alentó a iniciar el curso de aviadora en la Escuela Militar, pero la muerte de Origone por accidente de aviación en enero de 1913, así como disposiciones posteriores del instituto, frustraron aquella iniciativa.
En junio de 1914, Fruchard decidió iniciar el curso en la escuela de aviación civil de San Fernando. Lo emprendió bajo la dirección de Marcel Paillette sobre Farman Gnome 50 HP.; no obstante su aprendizaje fue toda una odisea. El conflicto europeo 1914-1918 motivó el alejamiento de Paillette hacia su patria. Por consiguiente, la enseñanza de Enriqueta quedó diferida. Comenzó nuevamente con el instructor Antonio Detomasi en los prolegómenos del año 1915, pero este aviador murió por accidente de aviación y otra vez se postergó la enseñanza y Enriqueta debió posponer su instrucción.
Sin embargo, contrajo enlace con el aviador Alberto Jarfelt, a la sazón instructor de vuelo de aquella escuela. Este, finalizó por fin su instrucción definitiva, y el 19 de abril de 1916 Enriqueta Fruchard, ya entónces señora de Jarfelt, rindió examen sobre biplano Farman-Gnome 50 HP. y alcanzó su "brevet" tan largamente codiciado.
Al paracaidismo dedicó luego esta mujer sus mejores energías. Comenzó realizando lanzamientos con paracaídas fijo, desde una torre ubicada en un parque de diversiones que había en los aledaños de la estación Retiro. Cierto día se arrojó con uno de esos artefactos desde un avión Farman; lo hizo después desde otras máquinas, demostrando con ello extraordinaria pericia e intrepidez. Más tarde, con el aviador argentino Celestino Corbellini, inició desde Chaco una serie de exhibiciones de paracaidismo, terminando aquellas en Brasil, país en cuyas ciudades sureñas cumplió numerosos saltos.
Sin ser en realidad precursora de este arte en nuestro país, Enriqueta -primer paracaidista femenino en la argentina- prestó, sin embargo, valiosos servicios en la arriesgada ciencia mecánica, muy en especial en el campo de la aviación militar.
Figura notoria y estimada en la Base Aérea de El Palomar, sirvió como preparador de paracaídas e instructora del Cuerpo de Paracaidistas Militares de dicha base. Pasó a ejercer trabajos de igual carácter en la Escuela Militar de Paracaidistas de Córdoba, lugar en el cuál prolongó su actuación hasta casi fines de 1954.
A partir de entonces, afectada seriamente su salud, volvió a la base de El Palomar; allí, rodeada del afecto de "sus queridos gorriones de paracaidistas militares militares" - mote cariñoso con el que ella aludía a los componentes del Cuerpo- falleció un 4 de noviembre de 1956. Tenía 68 años de edad.
El Museo Nacional de Aeronáutica rinde tributo a esta figura Precursora de nuestra aviación, mediante una exposición de elementos expuestos en la "Sala de las Mujeres Pioneras Aeronáuticas".
