Los artículos publicados recientemente en Gaceta Mercantil por el señor Roberto Elissalde, referidos a Doña Mercedes Castellanos de Anchorena y a los "disgustos" que le ocasionara uno de sus hijos, Aarón Félix Martín de Anchorena (1877-1965), por los vuelos con su globo aerostático "Pampero", motivaron al autor de este escrito a rescatar unos breves comentarios que expresó aquél multifacético y fascinante caballero argentino acerca del uso de elementos aéreos en el ámbito militar.
El 25 de diciembre de 1907, el aristócrata, "dandy" y "sportman" argentino Aarón de Anchorena, a bordo de su globo aerostático libre "Pampero" y acompañado por otro notable deportista, el ingeniero Jorge Newbery, partió desde el estadio de la Sociedad Sportiva Argentina (actual Campo Argentino de Polo), en la ciudad de Buenos Aires, y concretó el cruce aéreo del Río de la Plata, aterrizando en la zona de Conchillas (República Oriental del Uruguay).
Aquella histórica travesía no solamente constituyó un exótico evento deportivo y hasta de corte social, sino que fue además un acontecimiento comentado en nuestros círculos castrenses. Por aquellos primeros años del siglo XX, las Fuerzas Armadas argentinas se hallaban en plena etapa de modernización y profesionalización; en dicho proceso, ocupaban un lugar importante el estudio de innovaciones científicas y tecnológicas para decidir su potencial incorporación. Justamente, entre las innovaciones militares que desarrollaban las principales potencias se encontraban los distintos aparatos aéreos: globos, dirigibles, "cerfs volants" o barriletes y aeroplanos.
Durante los preparativos del "Pampero" para el cruce del Río de la Plata, el periódico La Nación informó que Anchorena y Newbery se proponían "estimular la navegación aerostática", y "juzgando que sería de evidente utilidad la formación de un parque aerostático militar por el éxito de los que poseen todas las naciones de Europa, dichos señores han visitado al ministro de guerra, quien se propone estudiar la idea y adquirir el material necesario si ella resulta viable".
De regreso de su memorable excursión aérea con el "Pampero", Aarón de Anchorena y Jorge Newbery se reunieron el 27 de diciembre de 1907 con comisionados del Ministerio de Guerra para tratar acerca de la fundación de un Aero Club. En aquella fecha, el periódico La Argentina comentó que el vuelo del "Pampero" tendría como consecuencias la creación del Aero Club Argentino, del cual eran iniciadores Anchorena y Newbery, y además la "resolución del Ministerio de Guerra de formar un parque aerostático militar con globos dirigibles", idea propuesta igualmente por Anchorena y Newbery al titular de la cartera de Guerra general Rafael M. Aguirre.
El 13 de enero de 1908 se fundó el Aero Club Argentino. La primera comisión directiva de la nueva y flamante Institución tuvo como Presidente a Aarón de Anchorena, y entre sus integrantes figuraban el ingeniero Jorge Newbery (vicepresidente 2º) y algunos oficiales del Ejército Nacional: coronel Arturo M. Lugones (vicepresidente 1º), mayor Waldino Correa (vocal titular) y coronel Isaac José de Oliveira Cezar (vocal suplente); además, los ministros de Guerra y de Marina fueron designados presidentes honorarios.
El 7 de febrero de 1908, el globo "Pampero", donado al Aero Club Argentino por su propietario Aarón de Anchorena, realizó un vuelo desde el estadio de la Sociedad Sportiva Argentina hasta la estancia La Armonía, con el ingeniero Jorge Newbery como piloto y el mayor Waldino Correa como acompañante, quien participó en ese vuelo no solamente como miembro del Aero Club Argentino sino también como "tripulante oficial con misión aerostática del Ministerio de Guerra", tal lo informado por La Argentina, lo cual subraya el interés institucional del Ejército Nacional por ese viaje aéreo.
Con motivo de aquel vuelo, La Argentina consultó al Presidente del Aero Club Argentino Aarón de Anchorena sobre la navegación aérea y su empleo militar. Dicha entrevista fue publicada por aquel periódico en su ejemplar del 8 de febrero de 1908; allí, Aarón de Anchorena se refirió, entre otros temas, a los objetivos del Ministro de Guerra acerca de la ascensión del mayor Correa en el "Pampero", la cual "comporta un ensayo que será fructuoso para el ejército. Él ha subido con el propósito de verificar la fuerza ascensional de mi globo que en este viaje ha dado 580 gramos por metro cúbico de gas. Buena proporción relativamente, porque la calidad del gas es fácilmente mejorable y no hay mayores óbices que se opongan á conseguir los 800 gramos que dan los aeróstatos de París".
En aquella época, Francia constituía el país más evolucionado del mundo en materia de navegación aérea, tanto deportiva como militar, ya que poseía una trayectoria aeronáutica que se remontaba a los tiempos de las guerras de la Revolución Francesa y del Imperio Napoleónico (1789-1815) y contaba además con la escuela de aeronáutica más antigua del mundo: Chalais Meudon. Sus aparatos aéreos lo integraban principalmente elementos "más livianos que el aire" (los aeróstatos), a saber, globos cautivos, globos libres y dirigibles; los globos cautivos volaban unidos a instalaciones terrestres a través de cuerdas o cables, en tanto que los globos libres efectuaban sus actividades aéreas sin necesidad de permanecer ligados a apoyos en tierra.
Aarón de Anchorena experimentó de manera directa el desarrollo aeronáutico francés, ya que se desempeñaba como Secretario honorario de la Legación argentina en París desde 1902, se había graduado de piloto de globo en el Aero Club de Francia y se hallaba relacionado con distintos pilotos de aeróstatos; por otra parte, Francia, al igual que Gran Bretaña y Alemania, constituía una referencia obligada para la elite y los sectores dirigentes de nuestro país.
Al preguntársele en aquel reportaje si nuestro Ejército podría utilizar con ventaja los globos libres, Aarón de Anchorena respondió de manera negativa, ya que "mirados desde el punto de vista militar, los globos libres no ofrecen mayor interés"; respecto al vuelo del mayor Correa a bordo del "Pampero", señaló: "lo que yo veo aquí es un ensayo de ascensión nada más, que puede, dado su éxito, determinar al Ministerio de Guerra á la adquisición de tres ó cuatro globos cautivos".
Aarón de Anchorena destacó justamente "los importantes fines que el globo cautivo desempeña en los ejércitos modernos", pues "los franceses lo han ensayado hace poco en Casablanca (Marruecos), por cierto, con tanta eficacia que con su adopción quedó suprimido el servicio de patrullas". Señalaba que especialmente "para las exploraciones, encomendadas hoy, con riesgo de tantas vidas, á las avanzadas, el globo es insuperable", ya que "desde una altura proporcional y mediante un sencillo aparato de telegrafía, el vigía del globo puede tener, al jefe de las fuerzas, al corriente de todas las evoluciones del enemigo, más ó menos próximo. Bástele esta referencia para ponderar la extraordinaria importancia militar del globo".
Aquellas observaciones de Anchorena se apoyaban en el empleo de aeróstatos militares en diferentes conflictos de la época, tales como las guerras hispano-estadounidense (1898), anglo-bóer (1899-1902) y ruso-japonesa (1904-1905) y las diversas campañas de las potencias europeas en Sudán, China, Marruecos y otras regiones de África y Asia.
La mentalidad dominante en Europa y los Estados Unidos desde la segunda mitad del siglo XIX contribuyó con la evolución de la navegación aérea y explicó el interés hacia la misma por parte de distintos países. Dicha mentalidad se caracterizó por la hegemonía del positivismo y de la idea del progreso. Los elementos aéreos constituían verdaderas expresiones de desarrollo científico, tecnológico, industrial y de progreso. De esa manera, podemos entender la importancia de conocer y poseer aquellos innovadores aparatos, ya que ello significaba, ni más ni menos, que ingresar al selecto grupo de países civilizados y con categoría de potencia.
La navegación aérea fue un auténtico símbolo del positivismo y del progreso, y un ejemplo de verdadera civilización. Los elementos aéreos eran medios exóticos y exclusivos, propios de personalidades acaudaladas y con prestigio social. Representaban el poder científico, tecnológico e industrial de un país, en tanto que su aplicación bélica era un rasgo que distinguía a Fuerzas Armadas poderosas, modernas y propias de una potencia.
El interés de un "dandy" y "bon vivant" como Aarón Félix Martín de Anchorena por la navegación aérea constituye un magnífico ejemplo de esa especial y pintoresca combinación de espíritu positivista, progreso, exotismo, aristocracia, sana extravagancia y pasión por las prácticas deportivas poco comunes; por otra parte, sus particulares opiniones acerca del empleo militar de elementos aéreos expresaban su convencimiento de la importancia de poseer Fuerzas Armadas modernas, profesionales y actualizadas en lo científico y tecnológico, requisito indispensable para la defensa nacional y para posicionar a la República Argentina como un país fuerte, próspero y prestigioso.
El autor agradece la colaboración de Eduardo Juan Amores Oliver y de Paula García Pastor (investigadores de la Dirección de Estudios Históricos de la Fuerza Aérea Argentina) y del suboficial mayor (R) de la Fuerza Aérea Argentina Walter Bentancor.
Publicado en Gaceta Mercantil, 1 de agosto de 2020. Disponible en https://www.gacetamercantil.com/notas/168755/anchorena-y-la-navegacion-aerea-militar.html (consultado el 2/8/2020).
El Dto. Investigaciones Históricas del MNA agradece al Mg. Luis Furlan por su colaboración.
* Magíster en Defensa Nacional. Licenciado y profesor en Historia. Docente de la Fuerza Aérea Argentina, de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES), de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) y de la Armada Argentina.
FOTOS:ARCHIVO DEH / ARCHIVO MNA.
DTO. INVESTIGACIONES HISTÓRICAS MNA - 24 ABRIL 2024