En una charla, dinámica y entretenida, explicó su accionar durante el Conflicto del Atlántico Sur y deleitó a los visitantes con la aeronave que fabricó junto a su familia.
El sábado 4 de mayo, en el Museo Nacional de Aeronáutica (MNA), se inauguró el “Ciclo de Charlas Malvinas 2024”, con la presencia del brigadier mayor VGM (R) Mario “Arpón” Roca.
Pasado el mediodía, en el horizonte de la plataforma militar de la Base Aérea Militar Morón, comenzó a vislumbrarse el avión Zenith CH 750 STOL (LV-X880), con el brigadier y su hijo a bordo, hasta su parada final frente al ingreso al Museo. Con su sonrisa característica, Roca, saludó al director del MNA, comodoro (R) Carlos Maroni y junto, al suboficial mayor (R) Walter Bentancor, recorrieron el Museo.
A las 14 hs., en el microcine con un auditorio numeroso, comenzó la charla. Maroni dio la bienvenida a los presentes y leyó una breve biografía del invitado.
La charla
Con palabras simples para la compresión de todos, en un clima familiar y amigable, el brigadier mayor Roca comenzó su presentación diciendo: “Que bueno es conservar nuestra historia y tratar de transmitirla a lo largo del tiempo. (…) Esta charla va a estar enfocada a que ustedes pregunten porque no tiene ningún significado si ustedes no se sacan las dudas”.
Y continuó: “Voy a tratar de transportarlos en el tiempo a 1982. En aquella época, no había teléfonos celulares, ni GPS, ni cartas geo referenciadas. Ese, era el escenario en el que estábamos parados. No quiero abrumarlos con datos o números, pero solo quiero que sí algunas cosas queden fijadas en la memoria, sobre todo en la de los más jóvenes”.
En la época del conflicto, el teniente Mario Roca, de 25 años, volaba en el Grupo 5 de Caza de la V Brigada Aérea, ubicada en Villa Mercedes, San Luis. Estaba casado y tenía un hijo, y otro en camino. Como piloto de caza, había cumplido con todas las etapas operacionales en el avión A-4B Skyhawk. “Yo personalmente estaba muy preparado. Había cumplido todas las exigencias y me convertí en un piloto apto para el combate”, afirmó.
“Muchos conocen a la Fuerza Aérea por la guerra pero pocos saben de la gran cantidad de trabajo que realizó antes. La Fuerza Aérea tenía grandes amigos entre los isleños porque éramos los que los conectábamos con el mundo. Por ejemplo: Líneas Aéreas del Estado (LADE), comienza en esa época a realizar vuelos semanales de Malvinas a Comodoro Rivadavia y de Comodoro Rivadavia a Malvinas y contaba con su propia sucursal en las islas. También en 1972, la Fuerza Aérea construye una pista en Malvinas con planchas de aluminio, y a partir de ahí se implementan los vuelos regulares de LADE. (…) Durante 10 años, la Fuerza Aérea, a través de LADE, mantuvo un vínculo ininterrumpido con los isleños. En esos años se hicieron 3.500 horas de vuelo”.
Comenzando a relatar su experiencia en 1982, expresó que ellos se enteraron de la guerra “por la radio el 2 de abril. No pudimos dimensionar antes que se venía todo esto. Y tampoco teníamos una conciencia de lo que ellos tenían. Pero teníamos en claro cuál era el esfuerzo que nosotros podíamos hacer. A diferencia de otras fuerzas, la Fuerza Aérea no puede operar si no opera en forma sistémica, es decir, que no puedo sacar ninguno de sus componentes para que el todo funcione. ¿Y cuál fue el esfuerzo que tuvimos que hacer? En 74 días de combate, se hicieron todas las misiones. Teníamos una buena eficiencia aplicada en lo que estábamos haciendo”.
En tono gracioso y cercano, en confidencia con la audiencia, Roca, confesó que la primera vez que vio un barco en mi vida fue a través de la mira de un avión y era el barco que está en Río Gallegos que usaban para practicar tiro antes de Malvinas. “El segundo que vi, fue un barco inglés en plena misión”.
Con respecto a esto último, narró: “A mí me tocó la misión del 13 de junio atacando el puesto comando de los británicos. Ya sabíamos que era indefectible que las tropas británicas, esa noche o la noche siguiente, iban a producir el asalto final a Puerto Argentino. Nuestro trabajo era retrasar el final. Éramos dos escuadrillas, con 4 aviones cada una. Apenas sobrevolamos Malvinas, uno de los líderes de la Escuadrilla “NENE”, el capitán Antonio Zelaya se tuvo que volver porque tuvo problemas graves de combustible, así que continuamos al blanco la Escuadrilla “CHISPA” y los tres aviones “NENE” que pasaron atrás”.
“Había nevado y teníamos que volar en una isla que era toda igual, con una variable de viento muy grande. Los cálculos que teníamos que hacer eran todos prueba-error y la carta de navegación era lo único que teníamos. Solo un avión por escuadrilla tenía el sistema de navegación OMEGA, que en aquella época era top pero tenía un margen de error de 2 millas (4 km)”.
“Volando bajo, sin pensar mucho, lo que teníamos que tener gráficamente marcado era a qué lugares no teníamos que sobrevolar, los lugares prohibidos de vuelo porque la artillería nuestra estaba activa. La capacidad de ingenio y la capacidad de adaptabilidad nos permitió resolver muchas de estas cosas”.
-Registro de la misión del parte de Guerra del Estado Mayor.
Orden fragmentaria 1319: Escuadrilla “NENE” (Capitán Zelaya, Teniente Gelardi, Teniente Cervera, Alférez Dellepiane). Armados con 3 bombas, a las 10:35 hs. despegaron de San Julián regresando el líder. Realizaron un ataque a tierra junto a los CHISPA.
Orden fragmentaria 1320: Escuadrilla “CHISPA” (Capitán Varela, Teniente Roca, Teniente Mayor, Alférez Moroni). Armados con 3 bombas, despegaron de San Julián a las 10:30 hs. Atacaron junto a los “NENE” las cercanías del Monte Kent en donde se encontraba el puesto de comando del General Moore y el General Thompson, además de su estado mayor. Si bien las bombas no alcanzaron el puesto de comando, averiaron un Westland Scout y dos Gazelle y atacaron dos Sea King sin resultados. Debido al intenso fuego recibido, el alférez Dellepiane perdía mucho combustible y no podía llegar al KC-130 Hercules, entonces el reabastecedor fue hasta Malvinas, desafiando las PAC de Harriers y enganchó al avión, llevándolo consigo hasta el continente. Esta fue la última misión del Skyhawk en la guerra, luego de 282 salidas.
La despedida
Para concluir, el Director del Museo Comodoro (R) Carlos Maroni entregó al brigadier mayor un diploma por su participación, junto a un presente conmemorativo y muy representativo: la fotografía de la aeronave con la que voló en Malvinas.
Al finalizar, Roca invitó a los visitantes a la plataforma para conocer su aeronave y explicarles sus detalles.
“Al avión lo construimos con mi hijo Guillermo, contando también con el apoyo de toda la familia. El objetivo fue homenajear los 40 años de Malvinas. (…) El año pasado, lo bautizamos con el nombre “Teniente Juan José Arrarás”. Arrarás, mi ladero de toda la vida y compañero de la promoción 44, era una persona muy creyente y vivíamos juntos en la pieza de Gallegos durante la Guerra. El 24 de mayo, al volver de una misión lo veo rezando un rosario. Le pregunté si le pasaba algo, y me contestó que habían derribado al hermano de su prometida, el comodoro Luis Puga. Y me dijo: ‘La verdad, te voy a hacer honesto, yo daría mi vida por él porque tiene familia y tiene que volver’. Finalmente, al comodoro Puga lo encontraron, salvándose de una forma inaudita y Arrarás fue derribado unos días después”.
Lágrimas, emoción, abrazos, muchos aplausos, fotos para el recuerdo, firmas de camperas y libros, fueron el broche de oro de este día malvinero.
A las 16 hs., hora indicada en el plan de vuelo, los Roca, padre e hijo, iniciaron el retorno al Aeródromo de Escobar.
DEPARTAMENTO RELACIONES PÚBLICAS MNA 04-05-2024